martes, 10 de marzo de 2009

Jerez: Javier Patiño presenta su primer disco

(LAVOZDIGITAL.ES)

Serenata flamenca
Podríamos pensar que la madurez artística del jerezano Javier Patino ha llegado con su primer trabajo discográfico, que fue presentado en la bodega Los Apóstoles. Los que lo conocen saben que no es así. Javier tiene ya un bagaje profesional, media vida de trabajo con la guitarra, trabajando en muchas de las mejores compañías de baile y creando música. Lo que sí es cierto es que es ahora cuando recoge el fruto de ese esfuerzo, y lo hace con esta presentación.
La bodega se llenó y no tuvo más remedio que disfrutar, escuchar la guitarra jerezana contemporánea. Y la culpa la tuvo Javier. Culpable de haber sabido atesorar un conocimiento, y tener la capacidad de saber expresarlo con su toque. Un toque limpio, que transmite calma en los momentos necesarios. Su repertorio se basó en legar seguiriyas, bulerías, fandangos de Huelva, con dedicación a uno de sus maestros, José Luís Balao. La noche iba aclarándose con su toque. Su música es un homenaje a los suyos, a la gente de su alrededor. A su familia, a quién también dedicó una rumba, “al primo Carlos”, “jartible” donde los haya, a su madre Juana en forma de granaína, y tanguillos. Y es que escuchando su disco, gana puntos conforme se escucha una y otra vez. Si ya fue estupendo gozarlo en directo, la retina auditiva lo pide más. Es de esos discos, en los que para escucharlos, hay que hacerse unas palomitas, y sentarse en el sofá prestándole la misma atención que a un película. Alguno podría pensar en un disco de culto, quizás no llegue a eso, pero las cosas bien hechas tienen una recompensa. Por otro lado, la sabia elección de elegir a grandes músicos le dio a la noche el punto de caramelo. Tino Di Geraldo, Alexis Lefèvre, y el contrabajista Pablo Martín. Un postre elaborado por un gran repostero de la guitarra. El baile del Barón del Flamenco, el otro Javier, fue otro gran acierto. Sencillo y complejo a la vez. Y el cante de Miguel Ortega, David Lagos y el compás de Grilo pusieron la guinda al pastel. Una nueva generación del toque jerezano puso el listón donde pocos alcanzan.

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