domingo, 21 de junio de 2009

Córdoba late al ritmo del flamenco en la NOCHE BLANCA en su 2ª Edición



(Eldiadecordoba.es)

La pasión, el quejío, la alegría, el calor se extendieron como un fuego o como un virus ancho y celebratorio, el virus de la jarana, la música y la convivencia. La ciudad, sumergida en una fiebre estival, antigua y mediterránea, hirvió en el caldero de la fiesta con las voces rotas, las enfebrecidas guitarras, los quiebros insólitos, los talentos diversos de un heterogéneo grupo de artistas. Fue como un espasmo numeroso y conmovedor. Por segunda vez, Córdoba reservó la mayor parranda colectiva del año para dar la bienvenida al verano, anticipado ya dramáticamente en los termómetros desde hace días. La Noche Blanca del Flamenco cumplió ayer su segunda edición y la sensación es que cumplirá muchas más. Es algo distinto, gusta a la gente, llena un vacío en el tradicionalmente aburrido junio cordobés y refleja la capacidad de la ciudad para la organización de grandes acontecimientos en el marco de la candidatura a la Capitalidad Cultural de Europa en 2016.Fueron 600 artistas y 50 actividades. El flamenco se asoció con otros géneros musicales y artísticos para desplegarse por calles, plazas y recintos varios en una muestra vigorosa de su potencial comunicativo, de su vigencia como arte y como sustrato cultural de un territorio. El número de asistentes a los espectáculos es imposible de determinar. El Ayuntamiento, en una previsión tan gratuita como delirante, anunció 400.000. Pero por encima de las cifras, lo que importa es que la ciudad ha conectado con la propuesta. Y que, convenientemente pulida y proyectada, puede convertirse en uno de sus grandes atractivos turísticos y culturales en la antesala del verano. Este fin de semana los hoteles han registrado un porcentaje de ocupación no muy superior al de cualquier otro fin de semana de junio.Una mayor implicación del sector de la restauración, una sección de actividades en los días previos y una cobertura geográfica más ambiciosa han constituido este año los avances de La Noche Blanca del Flamenco. El primer gran punto de atención fue la plaza de las Tendillas, donde Juan Peña El Lebrijano lanzó su mensaje de convivencia entre las culturas españolas y marroquí en compañía del violinista Faiçal Kourrich y la Orquesta Andalusí. Poco después, Medina Azahara comenzó a saturar la noche con sus acordes siempre precisos, rotundos y honestos, vibración rockera intrusa y cálida. Rosario Flores se sumó a la velada en República Argentina mientras Arcángel exhibía en el Patio de los Naranjos su voz cobriza, diáfana, joven y mineral. En la hora punta de la multioferta o la contraprogamación también hubo espacio para el debut, en el Teatro de la Axerquía, de la compañía de Daniel Navarro (con Cálida hondura, una visión literaria de la danza andaluza con música de Vicente Amigo y Juan Requena) y el inicio del espectáculo protagonizado por José Mercé en la Corredera, en el que también intervinieron Antonio Plantón El Güeñi y Cherokee. Fueron las cinco citas del programa de grandes producciones, que se desarrollaron sin que al cierre de esta edición se produjeran incidentes.Los otros dos epígrafes principales de la programación tuvieron como espacios el Casco Histórico y los barrios. En este último caso, los recitales se desarrollaron en 12 escenarios (sobre todo, plazas) y estuvieron protagonizados por artistas de la escena local. Todos comenzaron en torno a las 22:30.El Casco Histórico reservó algunas de las actividades más sugerentes de la noche. El flamenco se encontró con el teatro en Medea (Compás de San Francisco), con la Semana Santa (Pasión, en la Cuesta del Bailío), con otras músicas (Aires nuevos, en el Triunfo de San Rafael junto a la Puerta del Puente) e incluso con Julio Romero de Torres (Jondura, en el museo del pintor). Hubo homenajes (al Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, a las cantaoras locales La Cordobesita, La Talegona, La Bolera, Pepita Morales y La Tomata), un espectáculo para niños, un guiño a la tauromaquia y una inevitable evocación de las tres culturas. Como Dios manda.La velada extendió sus estertores sobre el pavimento del amanecer. Apurado el último goce o la última imprudencia, los más resistentes se fueron retirando. Queda el recuerdo entre alucinado y latente de una madrugada en la que cada cual eligió su artista, su ruta, su compañía y su exceso. Su manera de estar en la fiesta de todos, promovida institucionalmente, repetida, esperada y ya, parece, consolidada.

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